Durante mucho tiempo, se creyó que el cerebro adulto perdía la capacidad de cambiar, que no podía se maleable, y que todos los cambios importantes en referencia a nuestro intelecto y nuestros pensamientos se llevaban acabo únicamente durante la infancia. “los cambios vitales, no pueden ampliarse, ni reducirse, ni mucho menos desviarse”. (Carr, Nicholas)
Como se menciona en el texto, psicólogos como William James o Sigmund Freud optaron por reconocer que nuestro tejido nervioso poseía un alto grado de plasticidad, y que podía cambiar a lo largo de nuestra vida y no únicamente en nuestra niñez. Incluso el filósofo Nietzsche, aceptaba que nuestros utensilios usados en la cotidianeidad participaban en la formación de nuestros pensamientos.
Hoy, después de varias investigaciones, tenemos conocimiento de la neuroplasticidad, que nos dice que todo en nuestro cerebro puede cambiar y que nuestros pensamientos se moldean constantemente. Lo anterior me remite a la cibernética de segundo orden, la cual reconoce la función del observador en su mundo exterior, y de cómo al igual que nosotros formamos la realidad como mencionaba Bateson, también la realidad se encarga de formarnos a nosotros y a nuestros pensamientos.
El mundo exterior es creado por nosotros, pero nada alrededor de nosotros tendría sentido si no existiera un contexto en común. La mente colectiva existe gracias a que todas esas realidades individuales se ponen de acuerdo en cuanto a parámetros de la realidad subjetiva.
Nuestro cerebro, al igual que nuestro lenguaje o nuestras formas y medios de comunicación, contiene un alto grado de complejidad. Por más que lo estudiemos o lo analicemos, probablemente nunca dejaremos de encontrar nuevos enigmas sobre ellos. Lo que sí es claro, es que ninguna creatura puede estar aislada, necesita de los pléromas que conforman su contexto, para adaptarse y mantener su supervivencia, y los pléromas tampoco podrían existir sin las creaturas que los forjaron.
Nosotros nacemos, tal vez con una estructura neurológica genética, sin embargo, no quiere decir que esos “caminos vitales” que nos fueron heredados, no puedan cambiar a lo largo del tiempo. Los individuos, nacemos con cierta estructura que nos permita aprender el contexto en el que estamos inmersos, ese mismo contexto, nos muestra los estándares de comportamiento necesarios para adaptarnos a nuestro ambiente. Es decir, nacemos con la capacidad de pensar, pero nuestro contexto (nuestra cultura, nuestro lenguaje y lengua, nuestra familia, el lugar geográfico donde vivimos) nos dará las pautas para la creación de pensamiento.
Los cambios no se obtienen únicamente durante nuestra niñez, obtenemos nuevas formas de pensar y de actuar conforme a las experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida, ejemplo de ello es que la sociedad actual no piensa igual que las sociedades clásicas, y que nosotros como estudiantes de comunicación, no pensamos ni actuamos igual de como actuábamos cuando estudiábamos la preparatoria o la secundaría, nuestro cerebro a cambiado, debido a que aprendimos y conocemos nuevas cosas al igual que hemos perdido la práctica en muchas otras , de niños nos gustaba jugar con muñecos, hoy sólo los usamos como un adorno para nuestro cuarto.
Cada día aprendemos algo diferente, no únicamente como individuos, sino como sociedad, como se menciona en la cibernética de segundo orden, el observador es parte del mundo exterior, y además puede cambiarlo, pero debe adaptarse a ese mundo exterior para poder sobrevivir. El autor, menciona que la sociedad, a lo largo de su historia, ha creado diferentes objetos o formas cotidianas para resolver o facilitar su vida diaria, el lenguaje, fue creado para poder expresar ciertas necesidades, la cartografía, para ubicarnos en puntos de la tierra, y el reloj para fragmentar el tiempo.
Esas son sus funciones primarias, pero muchas veces son las funciones secundarias, las que dan la vuelta a nuestra forma de pensar. El lenguaje no pretendía crear lenguas, pero las creó, la cartografía no pretendía cambiar la forma en que veíamos al planeta, pero la cambio, y el reloj no se creó para cambiar la economía o el mercado, pero lo cambio. La tecnología no debería formar una nueva sociedad, ligada a la inmediatez y la interactividad, pero la está formando.
Todas las creaciones humanas, se hicieron con una finalidad específica, pero los usos secundarios que retoman a lo largo del tiempo, no son perfectamente controlables por los individuos, muchas veces estos usos secundarios, surgen inadvertidos y aunque no decidamos utilizarlos de esa forma, tenemos que hacerlo para adaptarnos a nuestro contexto, es decir, no queda elección por que ya fueron adoptados por la sociedad y la sociedad ya fue adoptada por ellos el “Algunos pudieron optar por no usar el reloj, como si deberás tuvieran elección de usarlo o no” . (Carr, Nicholas. )
La tecnología, se ha convertido en un ente más de nuestro contexto y forma parte de nuestra vida diaria, sus funciones primarias, eran resolver ciertas necesidades humanas, pero al parecer, que se han convertido en una nueva necesidad, y su uso, ya es indispensable para nuestra propia adaptación. Tanto los medios masivos, como las nuevas tecnologías, no recrean nuestra realidad, la crean, es decir, fungen como productores de pensamiento y formas de vida, infieren directamente con nuestras opiniones y además hoy, tienen la capacidad de crearnos nuevas realidades, ejemplo de ello, son los avatares.
Los nuevos multimedios, tienen la capacidad de cambiarnos, no somos los mismos, que éramos a los 8 años cuando no utilizábamos internet, y la sociedad no es la misma antes y después de internet. La tecnología sí, nos está cambiando. Cambia nuestra forma de leer, que ahora es más fugaz y rastreadora, vamos directamente al aspecto de interés; cambia nuestra forma de escribir, ahora utilizamos palabras cortadas o abreviaciones, el uso de emoticonos e imágenes para expresar sentimientos; y cambia nuestra forma de pensar, somos más dinámicos y nos aburrimos con facilidad. Pero ¿Qué tan buenos o malos son esos cambios? Hay dos corrientes, una que dicen que los cambios nos llevaran a la total dependencia de la tecnologías, al grado de atrofiar nuestro sistema neuronal y dejar sólo pensamientos deficientes, y en el otro extremo que piensa que los cambios no son necesariamente malos, y que son parte de una nueva sociedad con nuevas formas de aprendizaje, con otras aptitudes y actitudes y que más que adaptarlos a nosotros, no nos queda más que adaptarnos a ellos.
Es posible imaginar, que en veinte años, la sociedad podría ser completamente tecnológica, con comunicación tridimensional, casas inteligentes, coches autodirigidos, clonación de órganos, educación a distancia o con gran dependencia a la web, pero la sociedad no cambiara únicamente su forma cotidiana, necesariamente deberá mudar su forma de pensar y de actuar, para adaptarse a estas transformaciones, probablemente no será fácil, pero tampoco es imposible, la humanidad ya pudo adaptar la mutación del lenguaje hablado, al lenguaje escrito, ahora toca convertir el lenguaje escrito, en lenguaje multimediatico, nos toca adaptarnos a la nueva alfabetización.